sábado, 13 de febrero de 2016

Y sigo en mí día a día de reflexiones.


Tres cosas hay en la vida: la ira, la codicia y la excesiva estima de uno mismo. (Mahoma)

La codicia, la ira y el ego no nos dejan evolucionar  como seres  humanos.
Por esa razón, la  inconformidad    se mantiene viva
Siempre el querer  más  y más  las cosas materiales, llevándose por delante a quien sea por obtenerlos…
Siempre juzgando y criticando
Siempre anteponiendo mi criterio por encima del otro.
Esto es el pan nuestro de cada día.
Por eso estamos como estamos
Nada nos gusta
Nada nos agrada

Estamos en el final de los tiempos  y no nos damos cuenta
Los libros  sagrados mencionaron estos tiempos difíciles
Y nosotros teníamos como humanos  el poder evitarlo y no lo hicimos, se nos dijo que éramos creadores y no lo creímos, se nos dijo únanse, hagan el bien, amanse  como si fueran uno y no lo hicimos. Nos dividió la religión y las falsas  creencias.

No nos vemos  como hermanos, discriminamos al  otro por el solo hecho de no pensar  como nosotros… ponemos grandes fronteras  entre pueblos, países y entre nosotros mismos, si somos blancos, negros, ricos, pobres, si no tienes mi misma creencia política o religiosa; todo quizás por miedo, por ignorancia o para evitar el contacto verdadero por el que fuimos creados.

La humanidad siempre  sorda, terca, egoísta ha hecho caso omiso a los mandatos y ordenanzas dadas  ancestralmente y nos hemos envuelto  en guerras, malversaciones, corrupción, odios, peleas entre hermanos.

Si revisamos los mensajes y a los enviados de Dios, nos daremos cuenta de cuál  fue y ha sido su verdadera misión “SALVAR  A LA HUMANIDAD”
¿Pero salvar  a la humanidad  de qué?
Creo a manera de reflexión que salvarnos de nosotros mismos, hacer  que verdaderamente resucitemos de entre los muertos, que despertemos consciencia  y nos demos cuenta  a que vinimos  a este hermoso planeta. A este planeta laboratorio, donde somos probados, donde vamos a ser juzgado por la divinidad.

Cuando a Moisés  le fue dictado los diez mandamientos,  una ordenanza de orden moral y religiosa, se implantó el miedo, el castigo necesario en esa sociedad  corrompida, para sacar  al pueblo judío a la tierra prometida y aprendiera a ser leal.

Moisés nos brindo conocimiento en cambio Jesús el Cristo, nos trajo el amor, nos trajo el aprender  a vernos como hermanos y Mahoma vino a restablecer  el orden social y económico. El humano a conveniencia ha tergiversado la enseñanza y la ha acomodado a su beneficio propio, le ha quitado y le ha puesto.
Pero lo que tenemos claro es que los todos  los profetas han venido con una misión y todos nosotros también…

¿La hemos descubierto? ¿Sabemos  a  qué hemos venido? ¿Tiene esperanza el mundo y nosotros de ser salvados? ¿Qué debemos hacer?
En la Unificación, en el amor, en la verdad de Dios encontraremos nuestro mundo interior y seremos UNO CON DIOS.
Chela  Palacios






















































































































































































































































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